En Francia, al igual que en todo el mundo, el 8 de marzo fue una oportunidad para celebrar a las mujeres en toda su diversidad y destacar las luchas continuas que enfrentan para lograr la plena igualdad en todas las áreas de la vida.
El Día Internacional de la Mujer conmemora a las grandes figuras del feminismo y pone en primer plano la trágica situación de las mujeres en ciertas regiones del mundo. Sin embargo, es importante no pasar por alto las discriminaciones más silenciosas y la precariedad cotidiana que experimentan otras mujeres, que no hacen titulares: las mujeres mayores, que representan casi el 15% de la población en Francia y enfrentan un conjunto acumulativo de desigualdades en comparación con los hombres de la misma edad.
Estas mujeres, al llegar a la jubilación, a menudo experimentan las consecuencias financieras de carreras laborales incompletas, recibiendo pensiones en promedio un 40% más bajas que los hombres. Continúan soportando violencia psicológica o física dentro de las relaciones, familias o instituciones, incluso cuando las estadísticas del crimen a menudo pasan por alto a las personas mayores de 75 años.
Muchas de estas mujeres, por modestia o porque no se les da la oportunidad, luchan por articular su angustia.
Les Petits Frances des Pauvres quisieron darles voz al publicar, el 8 de marzo, una colección de testimonios de un cuestionario respondido por 123 beneficiarios, tanto hombres como mujeres, que expresaron libremente sus preocupaciones, deseos de cambio y optimismo.
Monique, de 77 años, habla sobre sus luchas diarias con la precariedad: “Una vez que se paga el alquiler, no queda mucho. No tengo vergüenza de decirlo, solo tengo una comida al día”; Maïté, de 83 años, discute sobre la vida profesional de las mujeres: “Mismos estudios pero no mismas carreras y no mismos salarios”.
Catherine, de 83 años, nos recuerda que la violencia es una realidad para muchas mujeres: “Experimenté violencia con ambos de mis esposos”.
Otros beneficiarios hablan de las discriminaciones que enfrentan y su sensación de no encajar en un mundo que parece no tener lugar para las personas mayores: “Las mujeres mayores no están representadas porque a la gente no le interesan” (Annette, 93), “Cuando eres viejo, se supone que debes desaparecer” (Jeanne, 93), “La gente dice que soy una mujer vieja, que hoy soy inútil y que soy una carga para la sociedad. Pero en mi mente, no soy vieja, y cada día es precioso para vivir” (Yvonne, 110).
Georges, de 76 años, aboga por un derecho fundamental, “el derecho para las mujeres mayores (como para los hombres) a crear sería el derecho a la felicidad hasta el último día”.
Apoyando esta demanda, la colección incluye una serie de recomendaciones para los responsables políticos para apoyar el desarrollo de una política integral para los ancianos, que abarque todos los aspectos de la vida y contribuya a la lucha contra los estereotipos que refuerzan el aislamiento de los ancianos.
La colección de testimonios de beneficiarios se puede encontrar aquí:
8 mars : Une centaine de vieux s’expriment sur les droits des femmes (petitsfreresdespauvres.fr)