La soledad de los hombres mayores en Europa: conclusiones de un estudio comparativo (Irlanda, Polonia, Rumanía)

Introducción: un importante reto demográfico

Europa está experimentando una profunda transición demográfica: en 2023, cerca de 95,7 millones de personas mayores de 65 años vivían en la Unión Europea, lo que representa el 21,6 % de la población, de las cuales 41,3 millones eran hombres (≈ 9 %). En este contexto de envejecimiento masivo, la soledad y el aislamiento social se perfilan como retos para la salud pública y la cohesión social que requieren respuestas políticas y sociales adecuadas.

 

Contexto del estudio: ¿por qué centrarse en los hombres mayores?

El estudio, encargado por Friends of the Elderly Ireland y realizado por el grupo de expertos TASC, se llevó a cabo en colaboración con otros dos miembros de la Federación Internacional de Petits Frères des Pauvres. De hecho, la asociación polaca Stowarzyszenie mali bracia ubogich y la rumana Never Alone Romania colaboraron en el proyecto.  El estudio se creó para comprender mejor una observación frecuente sobre el terreno: la soledad entre los hombres mayores es real, pero se manifiesta de forma diferente a la de las mujeres. También es menos visible en las políticas públicas y los programas sociales.

Esta investigación se inscribe en el marco del 20.º aniversario de la ampliación de la Unión Europea hacia Europa del Este, con el fin de comparar las realidades entre los países del oeste y del este del continente.

 

Metodología: un enfoque mixto centrado en la voz de las personas mayores

La investigación combina un análisis de datos secundarios (estadísticas demográficas, políticas nacionales) y una encuesta cualitativa: 25 entrevistas en profundidad realizadas entre octubre de 2024 y enero de 2025 a hombres de entre 60 y 92 años: nueve en Irlanda, ocho en Polonia y ocho en Rumanía.

Las entrevistas se realizaron en el idioma local para captar mejor los matices culturales.

Los autores precisan que, si bien algunos participantes estaban involucrados en asociaciones, otros vivían en un aislamiento casi total. Esta diversidad de perfiles tiene por objeto reflejar un amplio espectro de situaciones sociales y emocionales.

Principales conclusiones: cifras, dinámicas y testimonios

El estudio pone de manifiesto que la soledad es una realidad transversal en los tres países analizados, aunque adopta formas e intensidades variables según el contexto socioeconómico, cultural e histórico. Las diferencias observadas no se refieren tanto a la frecuencia del sentimiento de soledad como a la forma en que se vive, se expresa y se gestiona.

En Irlanda, alrededor de un tercio de las personas mayores encuestadas afirman sentirse a menudo solas, especialmente aquellas que viven solas o padecen problemas de salud crónicos. Las iniciativas comunitarias, como los Men’s Sheds o los clubes sociales, ofrecen espacios de socialización eficaces, pero no siempre son suficientes para contrarrestar la soledad emocional. Varios participantes expresan la sensación de una presencia «sin conexión real». Para los investigadores, esta forma de soledad está menos relacionada con la falta de contactos que con la calidad de las relaciones. La soledad no es solo una cuestión de presencia física, sino también de reconocimiento e intercambio significativo.

En Polonia, la soledad está especialmente presente entre las personas mayores de 80 años y los viudos. El 26 % de las personas mayores dicen sentirse a menudo solas, mientras que el 13 % nunca sale de casa. Los hombres encuestados mencionan el cansancio, la pobreza y la falta de infraestructuras de transporte como obstáculos importantes para la participación social. Tanto en Polonia como en Rumanía, el informe también señala una gran reticencia a expresar las emociones: los hombres de esta generación están acostumbrados a soportar en silencio; hablar de soledad se percibe como un signo de debilidad. Esta cultura del silencio refuerza la marginación y retrasa la solicitud de ayuda, incluso cuando el aislamiento se vuelve grave.

En Rumanía, la soledad alcanza niveles especialmente elevados: hasta el 60 % de las personas mayores que viven en zonas urbanas afirman sentirse solas a menudo, y el 30 % afirman no tener a nadie a quien recurrir en caso de necesidad. El estudio atribuye estas cifras, entre otras cosas, a la debilidad de las infraestructuras comunitarias y a la erosión de la solidaridad local.

De manera transversal, el estudio identifica varias dinámicas recurrentes: la pérdida del cónyuge y la vida en soledad parecen ser los principales desencadenantes del sentimiento de soledad. El deterioro de la salud física y la reducción de la movilidad acentúan el aislamiento. Aunque resulte menos intuitivo, a pesar de mantener el contacto con la familia, muchos hombres expresan la sensación de que ya no ocupan un lugar significativo en su entorno. El estudio también señala que el deseo de no ser una carga constituye un obstáculo importante para pedir ayuda.

Así, más allá de las cifras, el informe pone de relieve una soledad masculina a menudo interiorizada, silenciosa y estructural. Se trata de un aislamiento geográfico, pero también de una pérdida de rol social, de reconocimiento y de utilidad percibida.

 

Recomendaciones: hacia respuestas adecuadas e inclusivas

Al término del análisis, el informe Loneliness among Older Men in Western and Eastern Europe formula una serie de recomendaciones concretas para orientar las políticas públicas y las acciones sociales. Estas propuestas no pretenden uniformizar los enfoques, sino construir respuestas adaptadas a cada contexto nacional, basadas en principios comunes de dignidad e inclusión.

Los autores insisten en primer lugar en la necesidad de desarrollar espacios sociales diseñados específicamente para hombres mayores, con el fin de fomentar formas de expresión y compromiso más naturales para ellos. El informe destaca el ejemplo de los Men’s Sheds irlandeses —talleres comunitarios en los que los participantes se reúnen en torno a actividades manuales o proyectos colectivos— como modelo reproducible en otros contextos europeos. Estos lugares permiten a los hombres mantener un sentimiento de utilidad y de comunidad, sin la presión de un enfoque terapéutico explícito.

Otra recomendación esencial se refiere a la mejora de la movilidad y el acceso a las estructuras locales, especialmente en las zonas rurales o desfavorecidas. En Polonia y Rumanía, la distancia geográfica, el coste del transporte y la falta de infraestructuras adecuadas constituyen importantes obstáculos para la participación social. El informe señala que la imposibilidad de desplazarse transforma la soledad temporal en aislamiento permanente.

Por lo tanto, los investigadores recomiendan la creación de sistemas de transporte comunitario de bajo coste, servicios de visitas a domicilio y asociaciones con las autoridades locales para facilitar el desplazamiento de las personas mayores a los centros de actividad o a las citas médicas.

Por último, el informe hace hincapié en la revalorización del papel social de los hombres mayores. Invita a replantearse el lugar que la sociedad les otorga tras la jubilación y a promover iniciativas que refuercen su sensación de utilidad. Esta revalorización pasa por el reconocimiento de sus competencias y por la creación de espacios intergeneracionales en los que puedan transmitir sus conocimientos y experiencias.

Otras recomendaciones, detalladas en el informe completo, se refieren a la inclusión digital, la seguridad económica o la elaboración conjunta de políticas públicas con las propias personas mayores. El estudio insiste en que las políticas de lucha contra la soledad solo pueden ser eficaces si se diseñan con las personas afectadas, y no para ellas. Para profundizar en su investigación y descubrir todas las recomendaciones estratégicas, le invitamos a consultar el estudio.

 

Comprender mejor para actuar mejor.

Esta investigación comparativa (Irlanda, Polonia, Rumanía) ofrece un panorama documentado y recomendaciones operativas que pueden ser aprovechadas directamente por las organizaciones sobre el terreno y los responsables políticos. Las conclusiones confirman que, a pesar de los diferentes contextos, se necesitan respuestas compartidas para luchar contra la soledad.

La Federación Internacional de Petits Frères des Pauvres, que agrupa a 14 asociaciones de todo el mundo, se posiciona como un actor internacional en la lucha contra el aislamiento y la precariedad de las personas mayores. Este estudio, realizado por tres de sus miembros, refleja la experiencia de la red. Desde 1979, la Federación Internacional de Petits Frères des Pauvres intenta hacer frente a la transición demográfica mundial.

Para un examen completo de los métodos, las entrevistas y los datos por países, consulte el informe completo: Loneliness among older men in Western and Eastern Europe. TASC, por Friends of the Elderly.

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