El aislamiento de las personas mayores, un fenómeno global

Cada viernes, la radio RCF da la palabra a los responsables de la asociación francesa Petits Frères des Pauvres para una columna matinal sobre temas relacionados con el envejecimiento. Esta semana, la columna se ha dedicado a la dimensión internacional del aislamiento social de las personas mayores.

Por Yann Lasnier, Delegado General de los Petits Frères des Pauvres

Cada segundo en el mundo, 2 personas llegan a los 60 años y el número de personas mayores de 80 años o más se multiplicará por 4 en los próximos 30 años.

Todos los continentes se enfrentan a un importante envejecimiento de su población y, por desgracia, a un aumento concomitante de las situaciones de aislamiento relacional. Son observaciones que también han hecho los Petits Frères des Pauvres, que están presentes en una decena de países del mundo, y que apoyan a asociaciones en los países del Sur.

E incluso los países que tenían una larga tradición de apoyo familiar a las personas mayores están viendo cómo se debilita esta solidaridad intergeneracional, con la modificación de los estilos de vida y el preocupante desplazamiento de muchas personas mayores en situaciones de soledad y aislamiento social.

Las constataciones entre países son a menudo similares: aumento significativo del número de personas muy mayores, falta de preparación de los Estados para cuidar a los más frágiles, vínculo entre aislamiento social y precariedad, cambios sociales generados por el aumento de la movilidad y, en algunas de las regiones más pobres del mundo, éxodo de la población hacia las grandes ciudades, o incluso un fuerte fenómeno migratorio para los países perjudicados por situaciones políticas muy inestables y situaciones económicas complejas.

Después del Reino Unido, pionero en este campo en 2018, Japón acaba de crear un Ministerio de la Soledad. Al igual que nuestros vecinos británicos, el objetivo es luchar contra la soledad de todas las poblaciones, jóvenes y mayores. Este tipo de iniciativa es interesante porque la lucha contra el aislamiento social a lo largo de la vida puede promover la prevención.

Algunos países apuestan por soluciones digitales que nos hacen dudar, como Corea, donde las autoridades han decidido equipar a las personas mayores que viven solas con altavoces conectados, o Japón y Estados Unidos, que están probando los llamados robots mascota.

No es seguro que estos aparatos, repletos de nuevas tecnologías, sean la respuesta al aislamiento social. Para nosotros, Petits Frères des Pauvres, la única respuesta al aislamiento social de las personas mayores es humana. Además, si la crisis que atravesamos nos muestra el interés de la tecnología digital, también nos muestra sus límites: no sustituye lo que más nos falta actualmente, el contacto con los demás, en la vida real.

Los países frágiles, recién enfrentados a este fenómeno, carecen por el momento de respuestas institucionales. Para cada nación, la respuesta a las consecuencias de la longevidad será claramente uno de los principales retos políticos del futuro.

 

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